Las claves para un mundo más sostenible en 2022
Necesitamos hablar sobre participación, políticas y financiamiento para transformar la ambición ambiental en acción eficaz este año
Y así, sin darnos cuenta, ya estamos en 2022, otro año más de una década crítica para el planeta. Pero este año parece que será algo diferente de los dos anteriores: entran en la conversación voces más jóvenes, los eventos mundiales sobre políticas que iban a hacer del año 2020 un super año y que habían quedado retrasados están en marcha, y tecnicismos ambientales como “financiación de la conservación” y “restructuración de deuda” empiezan a ser habituales.
A pesar de todo, va a ser necesario un mayor esfuerzo para conseguir el impulso necesario para un mundo más sostenible y justo, pero tenemos gran esperanza e ilusión por el progreso que este año puede traer. Sigue leyendo para conocer tres temas que pueden (y, sin duda alguna deben) dominar la agenda ambiental y de sostenibilidad en los próximos 12 meses.
Participación
Porque la acción eficaz necesita de todos nosotros
¿Quiénes son los encargados de establecer la agenda mundial de la conservación? Las reuniones internacionales suelen estar dominadas por las grandes potencias económicas del hemisferio norte. Las grandes ONG ambientales (incluyendo TNC) suelen tener sus sedes en estos países, y se benefician de sus estructuras económicas.
Como resultado, muchas de las comunidades que sufren las consecuencias de las crisis ambientales actuales (y las generaciones más jóvenes que tendrán que enfrentarse a desafíos mayores en el futuro), son las que tienen menor influencia en la política global. Pero solo hay que observar las protestas que se concentraron en el exterior de la última conferencia del clima de las Naciones Unidas (NU) en Glasgow (COP26) para ver que se está produciendo un cambio. Muchos de los que allí protestaban no habían nacido aún cuando se celebró la primera convención del clima en 1995, pero están indignados por el escaso progreso conseguido en los años posteriores.
Entre las protestas de la COP26 también se encontraba una delegación informal de activistas indígenas de todo el mundo, denunciando su exclusión hasta la fecha en la toma de las decisiones de carácter ambiental. Esa exclusión es especialmente indignante si se tiene en cuenta que las tierras de las comunidades indígenas son las que sostienen el 80% de la biodiversidad remanente del planeta y el 17% de los depósitos de carbono naturales de la Tierra. Muchos han sido despojados de sus derechos sobre las tierras durante siglos, mientras que otros sufren una creciente violencia por defender sus comunidades de las talas ilegales, la minería y la irrupción de la agricultura.
“A medida que los pueblos indígenas y las comunidades locales nos enseñan sus conocimientos y experiencias tradicionales y se dan a conocer en el ámbito mundial, se hace cada vez más evidente que es el momento de actuar de forma radical y valiente con respecto a cómo cuidamos de la madre Tierra”, dice Andrea Akall'eq Burgess, directora de conservación en colaboración con las personas indígenas y las comunidades locales de TNC. “Cambiemos la crisis y el caos por una mayor firmeza en nuestros compromisos con los derechos humanos, el reparto sostenible de beneficios, y soluciones duraderas y a largo plazo que surjan de la gestión y la abundancia”.
La conclusión
Hace dos años anticipamos que 2020 podría ser un “super año para la naturaleza”, caracterizado por sólidos compromisos internacionales, y seguido por una década de acción global concertada para ejecutar dichos compromisos. Llevamos ya dos años en la década de acción, tenemos la esperanza de que las negociaciones de acuerdos importantes que se han prolongado concluyan con promesas ambiciosas. Pero si bien aumentar la ambición es bueno, no nos equivoquemos, nuestro planeta responde en última instancia a la acción, no a las ambiciones.
Quote: Andrea Akall'eq Burgess
Políticas
Porque el planeta necesita una acción rápida a nivel de sistema
En 2020, la agenda política global incluyó una serie de reuniones destinadas a facilitar la acción colaborativa sobre tres imperativos ambientales: cambio climático, biodiversidad y alta mar. Pero aproximadamente 24 meses después de que anunciamos este anticipado "super año ambiental", la pandemia ha seguido retrasando resoluciones. Ahora, con algunos eventos sobre políticas globales a nuestras espaldas y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (COP15) fijada provisoriamente para abril, el fin del súper año se siente cerca, y podría dar forma a la acción ambiental en las próximas décadas.
Probablemente, la acción climática sea el imperativo ambiental más ampliamente reconocido, y la conferencia del clima de las NU (COP26) que se celebró en noviembre fue, posiblemente, la conferencia climática más visible públicamente desde que se comenzaron a celebrarse en 1995. Pero ¿cuáles han sido los resultados? Como el secretario general de las NU, Antonio Guterres, dijo, “el Pacto del clima de Glasgow es un paso importante, pero no es suficiente”.
Para que sea “suficiente” será necesario centrarse en el cumplimiento de los compromisos adquiridos hasta el momento, y en la lista para 2022 hay varias oportunidades para el progreso. El Pacto de Glasgow alienta a las naciones a que informen sobre sus reducciones de emisiones en la COP27 que tendrá lugar en Egipto a finales de este año (tres años antes de lo que estaba previsto). Además, los líderes globales también tendrán la oportunidad de incrementar sus ambiciones, algo que es especialmente necesario con respecto a la financiación climática (más al respecto en el siguiente apartado).
Están también las conferencias de las NU sobre biodiversidad y sobre los océanos, menos conocidas pero igual de importantes. Ninguna de ellas tiene una fecha fija, pero se espera que la COP15 se celebre en abril. Los delegados se reunirán con el ambicioso objetivo de negociar un nuevo marco global para la protección de la naturaleza hasta 2050, y hay un impulso creciente para el objetivo “30x30” (proteger el 30% de las tierras y los océanos de la Tierra para 2030). Con respecto al Tratado Global de los Océanos (también conocido como Convenio de las NU sobre biodiversidad más allá de las fronteras nacionales, BBNJ por sus siglas en inglés), sin precedentes y probablemente el más ignorado, si tiene éxito sería el primer acuerdo vinculante para proteger los océanos fuera de las fronteras nacionales, lo que supone la mitad del planeta.
Pero igual que ocurre con la acción climática, los líderes indígenas se muestran preocupados por cómo se verán afectadas sus comunidades con la adopción de nuevas políticas globales. “Es comprensible que muchos estén preocupados ante la posibilidad de que los nuevos objetivos mundiales para la protección de la biodiversidad puedan repetir los errores del pasado, por ejemplo, ignorando grandes extensiones de tierra, lo que suele reforzar las estructuras coloniales y contribuye a la desigualdad”, dice la directora ejecutiva de TNC Jennifer Morris. “Durante las próximas décadas, la conservación ha de basarse en una asociación autentica con los pueblos indígenas y las comunidades locales que tradicionalmente han administrado estos lugares”.
La Conclusión
Hace dos años anticipamos que 2020 podría ser un “super año para la naturaleza”, caracterizado por sólidos compromisos internacionales, y seguido por una década de acción global concertada para ejecutar dichos compromisos. Llevamos ya dos años en la década de acción, tenemos la esperanza de que las negociaciones de acuerdos importantes que se han prolongado concluyan con promesas ambiciosas. Pero si bien aumentar la ambición es bueno, no nos equivoquemos, nuestro planeta responde en última instancia a la acción, no a las ambiciones.
Quote: Jennifer Morris
Financiamiento
Porque una acción ambiciosa requiere de inversión
Los compromisos requieren acción, pero la acción también requiere financiación, y en lo que a financiación para la acción ambiental respecta, nos queda mucho por avanzar. Según “Financiar la naturaleza”, un informe de 2020 realizado por el Instituto Paulson, TNC y el Centro Cornell Atkinson para la Sostenibilidad, se estima que la financiación mundial necesaria para la protección y la restauración de la biodiversidad tiene un déficit actual de 700.000 millones de dólares al año.
Si bien las acciones para tratar la pérdida de biodiversidad y el cambio climático se solapan, sigue siendo necesario aumentar la financiación para abordar de forma adecuada la emergencia climática. En la COP26 de Glasgow surgieron algunos compromisos esperanzadores con respecto a la financiación, pero este año, los líderes mundiales han de debatir los detalles necesarios para su adopción inmediata en el terreno y a escala.
Eso implica finalizar las reglamentación sólida y efectiva para los mercados de carbono y continuar con las negociaciones para que los países más ricos apoyen económicamente las medidas de adaptación de los países más pobres, un esfuerzo no exento de polémica. Hasta el momento, los países más ricos, que históricamente han emitido más emisiones causantes de cambio climático, se han comprometido a prestar una financiación anual de 100.000 millones de dólares, pero aún han de cumplir ese compromiso. Mientras, muchos expertos dicen que la financiación pendiente no es suficiente para cubrir las medidas de adaptación necesarias para los países históricamente excluidos, cuyas emisiones han sido mucho menores desde la industrialización pero sufren unos impactos climáticos excesivos.
La Conclusión
En los últimos meses hemos visto algunas señales de progreso. Las reglas para los mercados de carbono internacionales acordadas en la COP26 podrían abrir nuevas líneas de financiación para soluciones climáticas de amplio alcance. Los desarrollos de las políticas nacionales, incluyendo un reciente proyecto de ley sobre infraestructuras en los Estados Unidos, han dedicado miles de millones de financiación para medidas de conservación.
Dicho esto, una reducción sustancial del déficit de financiación requiere, en última instancia, replantear economías enteras de manera que coloquen a la naturaleza en el centro de la toma decisiones financieras, es decir, para conseguir un progreso real en 2022 y posteriormente, será necesario reconocer el valor real de la naturaleza en nuestras vidas.